lunes, 13 de febrero de 2017

Escrito

L A P S U S


Olvido


Ese miércoles se levantó más temprano que nunca. Como la bombilla de la habitación estaba quemada, se movió a tientas entre las penumbras del cuarto e inició una tenaz búsqueda.


La buscó en la mesita de noche, en el escaparate, en el maletín ejecutivo, por debajo de la cama. Escudriñó los bolsillos de la camisa, las faltriqueras del pantalón, la cartera, los zapatos y la papelera.

Registró todo el cuarto y no la encontró. Exhausto y abatido, se echó de nuevo en la cama a recordar dónde había dejado la cabeza la noche anterior.




                                                        Vidal Chávez López, escritor    
                                                            Venezolano, del   Estado Falcón

                                                                                      



Escrito

Tzvetan Todorov
(1939 -2017)

El búlgaro-francés Tzvetan Todorov, pensador, teórico de la literatura e historiador de las ideas, murió ayer a la edad de 77 años.
Acababa de concluir su libro El triunfo del artista, que será publicado en marzo, informa su hija. Desde hace años tengo la sensación de que el encuentro de personas de culturas diferentes es un fenómeno crucial del mundo de hoy, postulaba el filósofo búlgaro-francés
Durante su discurso de recepción del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, el intelectual expresó: El extranjero no sólo es el otro; nosotros mismos lo fuimos o lo seremos, ayer o mañana, al albur de un destino incierto: cada uno de nosotros es un extranjero en potencia.
Agregó entonces: “Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia.
“Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, o poseer una gran sabiduría (…), significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros”.
Todorov   fue un intelectual comprometido e interesado en una amplia variedad de campos de estudio, como historia del arte, donde destacan sus ensayos sobre las vanguardias del siglo XX, hasta su faceta más prolífica en los años 90 del siglo pasado: historiador.
El humanista nació en Sofía, en 1939, donde estudió filología eslava con maestros como Roman Jacobson, para después emigrar en 1963 a París; allí obtuvo la nacionalidad francesa. Continuó su formación de investigador con Roland Barthes y Gérard Genette.
Todorov,  considerado uno de los pensadores más relevantes del estructuralismo, es autor de medio centenar de obras, entre las que se encuentran El espíritu de la Ilustración, Elogio del individuo: ensayo sobre la pintura flamenca del Renacimiento y El miedo a los bárbaros, que han sido traducidas a más de 25 idiomas.
Recibió el Príncipe de Asturias en 2008 por representar el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia; además, por sus preocupaciones intelectuales, su sabiduría y erudición, que superan fronteras y buscan puntos de encuentro, y le han permitido abarcar grandes temas de nuestro tiempo.
El jurado del galardón destacó su conocimiento en el desarrollo de las democracias, el entendimiento de las culturas, el desarraigo, el reconocimiento del otro y el impacto de la violencia en la memoria colectiva (La Jornada, 18/6/08).
Todorov charló en Madrid, antes de recibir el premio, sobre su obra El miedo a los bárbaros. Ahí dijo: Desde hace años tengo la sensación de que el encuentro de personas de culturas diferentes es un fenómeno crucial del mundo de hoy, así como nuestra manera de entender el otro es un reto que puede marcar el futuro de la convivencia entre los pueblos y los individuos de una misma ciudad y del mundo (La Jornada, 21/10/08).
Y agregó: Desde el 11 de septiembre se ha extendido en el mundo occidental una obsesión del peligro, sobre todo del supuesto riesgo que representa el otro, el diferente, el de otra cultura. Y creo que un miedo constante al peligro acaba produciendo mayores destrozos que los que se pretende evitar, pues el miedo a los bárbaros nos puede convertir en los peores bárbaros.
Sin embargo, para él la barbarie no se da por ausencia de educación: puedes ser una persona cultivada, que vaya al cine, que le guste la música y que te apasione el teatro, y aun así comportarte como un bárbaro en algún momento, pues la barbarie es la manera de tratar al prójimo, de hacerlo sentir diferente e inferior a nosotros. Y el miedo a los bárbaros, que nos convierte en bárbaros, se da en muchos sitios del mundo.
Todorov explicó: Mi aversión por las palabras que no apoyan los actos me hizo reaccionar así. Me di cuenta de que quería simultáneamente, y hasta donde fuera posible, nutrir mi pensamiento con mi experiencia, y estar dispuesto a vivir según las conclusiones a las que me podía conducir el razonamiento (Nosotros y los otros, 1989).
Para ello, abordo mi tema a la luz de la experiencia que me es propia, la de un historiador e intérprete de la reflexión sobre el cruce de las culturas, pero también la de un sujeto particular que, como cualquier otro, ha vivido y sigue viviendo la pluralidad cultural en su existencia personal (Revista Criterios, enero-diciembre 1990).
Todorov  fue un políglota: hablaba francés, alemán, inglés y ruso. Y fue poseedor de un pensamiento humanista que se expresa en los valores cotidianos. “La ternura que vierte al referirse a su madre lo dice todo: ‘Sus gestos de cuidado y bondad valían mucho más que los proyectos revolucionarios’. Por eso, no es de extrañar que al toparse con los pintores holandeses del siglo XVII enaltezca un arte pictórico que sale de las iglesias y entra en las casas particulares, deja a un lado la seda de los monarcas y fija su atención en la gente común” (La Jornada Semanal, 22/3/15).

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/08/cultura/a03n1cul